tag:blogger.com,1999:blog-88120804020595233072024-02-20T01:31:30.073-08:00ME ARDEBREVÍSIMA ANTOLOGÍA ARBITRARIA
ECUADOR-COLOMBIAGladys Mendíahttp://www.blogger.com/profile/07295939515987908213noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-8812080402059523307.post-25389635088971151052012-03-30T13:49:00.002-07:002013-06-10T10:00:09.449-07:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">Me Arde, Brevísima Antología Arbitraria</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">ECUADOR-COLOMBIA</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">Compilación y selección por Ecuador: Augusto Rodríguez</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">Compilación y selección por Colombia: Gladys Mendía</span></b></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>Nota preliminar</b></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Esta antología forma parte de la Colección titulada <i>Vamos a brillar, mi amor</i>, donde se unen a dos países o dos continentes, en la búsqueda del diálogo y la multiplicidad de registros poéticos bajo una misma temática. Tenemos a <i>Me Urbe, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Venezuela</i>, en la que exploramos a 12 poetas de cada país y su encuentro con la ciudad; <i>Me Vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá,</i> que gira en torno a la cultura y cómo esta nos hace sentir y decir de manera única. En <i>Me Usa Brevísima Antología Arbitraria Uruguay-Perú</i>, profundizamos en el ámbito social y político, en el que el sistema económico dicta la pauta, en la mayoría de los casos siendo infractor de daños irreversibles en nuestras comunidades. <i><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Me
Arde Brevísima Antología Arbitraria Ecuador-Colombia</span></i><span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; line-height: 115%;">,
une versos dedicados al amor en todos sus matices en las voces de catorce
poetas, a quienes consideramos representativos y agradecemos a ellos la buena
voluntad al querer colaborar con este pequeño aporte a la posteridad creativa.</span><br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<br />
Agradecimientos especiales a Fernando Cely y Martha Carolina Dávila.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>PRÓLOGO </b></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<i>Me Arde</i> como lo indica su título es una antología del fuego. Este fuego que une dos países volviéndolos gemelos en la magia de la palabra; Ecuador y Colombia, este fuego une a catorce poetas que escriben del amor con varias tintas develando la estructura interior de cada uno de ellos y ellas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
Después de la lectura de los textos no pude evitar escribir algo parecido a un diccionario del amor o mejor, una lista de las palabras que se deben encontrar en un poema de amor en nuestro mundo actual. Disfrutamos de estas palabras enumeradas en desorden: cuerpo, geografía, raíces, mano, lluvia, piel, geometría, territorio, tiempo, noche, lugar, desnudar, silencio, lugar, pierna, aliento, distancia calle, llanto, puerta, espacio, deseo, estallido, almohada, esperma, deseo, piedra, viento, fusión. Estas palabras son palabras triviales que la rueda existencial hace vocear millones de veces por día. ¿Significa esta acotación que el amor es algo que no tiene importancia? Darién Giraldo Hernández nos presenta primero el amor como algo breve en contra del deseo que respira la eternidad. Por otra parte nos dice que “el amor no es efímero como el viento”. Estos versos dibujan las dos caras del amor: cara de luz y cara de sombra. Así nos encontramos en un universo en el que todo cambia permanentemente, una esfera en donde todo es como el amor, vale decir, como lo subraya Aleyda Quevedo Rojas desde Quito, “fluye como la estructura de un bosque”. Esta esfera; “el lugar del amor” es el cuerpo humano. El cuerpo del amante como el de la amada y también el cuerpo de la tierra y el del cielo. Todos estos cuerpos inventados o reales se mueven entre los brazos del día y de la noche; sobre todo de la noche que aparece entre los renglones de los versos de Carolina Dávila como el teatro del amor y continúa por el “movimiento” perpetuo de Fátima Vélez para acabarse en la contemplación que nos impone el “diario del refugio”. Sí, amar es refugiarse en las manos o la “comarca” (John Jairo), del o la que amamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estos poetas son más que poetas, son músicos de la palabra y hacen cantar las metáforas desde los pasos sordos de los versos, hasta la ausencia de puntuaciones que simboliza la plenitud del silencio, nos familiariza con personajes que peregrinan en nuestra consciencia. Está Angélica, la orgullosa, lo afrodisíaco místico. Está Lorena, la bailarina cuya danza, como los colores de Jacanamijoy es camino, camino de la Lolita de Siomara España que conduce al descubrimiento del “yo soy Lolita”.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El sexo atraviesa a veces estos textos. No se puede evadir la relación entre el amor y la sexualidad. No se puede esconder que el sexo es la fragua en la que el fuego del amor transforma constantemente las horas. No se puede esconder que los miedos y las esperanzas de la juventud son materia prima que la fragua del amor transmuta en fuerza. Aquí el sexo es como la mano del amor que trata de reconciliar el corazón y el alma, el terruño poético y la huidiza eternidad que el tiempo no puede abarcar. El amor, como lo ha grabado Hermes en las piedras de las pirámides del antiguo Egipto, es la fuerza fuerte de todas las fuerzas. Esa Fuerza no habla y no puede callarse porque si habla los poetas se callaron y si se calla los poetas hablaron en su lugar. Este juego de extremidades deja en la geografía del amor montañas de nostalgias y de sublimaciones que solo pueden decir y escribir los que tienen en sus ojos este fuego de los fuegos que deseos y desesperaciones alimenta en estos poemas escritos por jóvenes que a pesar de su edad están saciados de madurez, sabiduría y confianza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
Marcel Kemadjou Njanke<br />
Douala-Camerún<br />
Febrero de 2012<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>COLOMBIA</b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Angélica Hoyos Guzmán. (Magdalena, 1982)</b>. Lic. en Lenguas Modernas, Msc. Lingüística Española. Docente e investigadora universitaria. Entre otras publicaciones se cuentan: Antología de poemas en Hechiceras de la palabra, Centro de Estudios Mixtecos-UNAM, Oaxaca, México, 2009. El Comic Multinacional (reseña crítica), en periódico literario Lecturas Críticas, Bogotá, 2009. Poema "Perdone señor no soy desplazado" en la revista literaria mexicana la “Hormiga o-culta"(2010). En 2010 fue invitada al III encuentro de narradores, académicos y declamadores en Goya Corrientes, Argentina e hizo parte del Taller de Poesía de la Red Nacional de Talleres Literarios del Ministerio de Cultura, en la ciudad de Bogotá, "Los Impresentables". </div>
<br />
Poemas inéditos<br />
<br />
<br />
HERENCIA<br />
<br />
Llevo de un país en el agua<br />
un reino de las nubes,<br />
una nación de los árboles,<br />
una de la mirada,<br />
hasta una patria de nostalgias.<br />
<br />
Y este terruño de agua<br />
se parece tanto a los otros<br />
que tiembla cuando le caen las piedras.<br />
<br />
Se devuelve a la tierra<br />
donde se llena de raíces de papel<br />
en las manos de la gente<br />
algunos dejan plumas sueltas<br />
en ese pueblo de aire.<br />
<br />
<br />
COLLAGE DE PRIMAVERA<br />
<br />
Hoy no es día para escribir,<br />
el amor perece en los restos<br />
de una necesitada costumbre de buscarnos.<br />
<br />
Hoy las letras se fueron de resaca<br />
para fugarse en un delirio,<br />
honda es la lágrima, llena y abierta,<br />
en la ventana.<br />
<br />
Sobre las calles de ésta época<br />
flores de colores con su olor amargo a nacimiento<br />
hacen aureolas a los árboles en sus raíces...<br />
esa lluvia,<br />
sin puntos que juegan sobre el renglón,<br />
raya <br />
raya <br />
raya.<br />
<br />
<br />
SUERTE<br />
<br />
Qué suerte ser Angélica: planta medicinal afrodisíaca.<br />
<br />
Qué suerte no ser Cortázar: víctima de alguna caja china.<br />
<br />
Qué suerte no ser Gates: icono económico de una ventana repetida.<br />
<br />
Qué suerte no ser Dalí: en la realidad de los ojos cortados por navajas.<br />
<br />
Qué suerte no ser Chomsky: y esa competencia sumergida en el mundo.<br />
<br />
Que suerte ser Angélica,<br />
y caminar por mis calles silentes<br />
arrastrando la música de una lata vacía.<br />
<br />
Que suerte ser Angélica<br />
y vivir suspendida en el abismo minúsculo de este nombre.<br />
<br />
Que suerte sentir los golpes, ver los moretones y la brisa que los toca.<br />
<br />
Que suerte morir para renacer en las palabras no dichas.<br />
<br />
Que suerte contar soledades en las gotas de la lluvia.<br />
<br />
Qué suerte ser otro humano,<br />
con eso es suficiente.<br />
<br />
<br />
DOS BEBIDAS<br />
<br />
Una oleada de hojas meciéndose,<br />
el rio con su voz perseverante,<br />
los grillos enamorando a las grillas,<br />
las grillas acicalan a la lluvia,<br />
tú voz recorre mis paisajes,<br />
mis manos recogen cada pluma de tus raíces,<br />
eso es todo, con eso nos basta.<br />
<br />
Que la existencia nos agarre por completo,<br />
hasta el último sorbo.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Fernando Vargas Valencia. (Bogotá, 1984)</b>. Licenciado en derecho de la Universidad Externado de Colombia, especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la misma casa de estudios. Candidato a Máster en Sociología Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Ha publicado: Cuentas del Alma (Poesía, 2001), Silencio Transversal (Poesía, 2007), La realización poética de la Justicia (Ensayo, 2008) y Épica de los Desheredados (Poesía, 2011). Coautor de varios títulos de poesía entre los que pueden destacarse: El Espolio (Con Alberto Valencia Rincón, 2000) y Tríptico de la Indignación (Con Fernando Cely y Darién Giraldo, 2009).Colaborador permanente del periódico La Mancha (Venezuela), el Diario Momento (México) y corresponsal de Los Poetas del 5 (Chile). Actualmente es el bongocero y tamborero del grupo folclórico La Doce, bajo la dirección del maestro Albeiro Bautista.</div>
<br />
Poemas del libro inédito <i>Canto Abacua</i><br />
<br />
<br />
PETE EL CONDE RODRÍGUEZ REPUJA LOS COLORES DE LO QUE QUIERO DECIRTE<br />
<br />
(A Lorena, mi geometría convergente)<br />
<br />
<br />
No podría suponer<br />
un territorio atado a las convergencias<br />
capaz de asimilar tan siquiera<br />
un matiz de tu cuerpo.<br />
Ola desgarrada, a veces eres playa,<br />
a veces el silencio de la tarde<br />
que va escribiendo sobre mi piel<br />
la cifra inconclusa del secreto.<br />
Antes de conocerte<br />
no tenía otro talismán<br />
que la sublime torpeza de inventarte.<br />
Así te he ido nombrando en cada geografía.<br />
He roto la feliz equidistancia<br />
de los filos escarpados,<br />
del amanecer que se repite<br />
en los vuelos de la embriaguez.<br />
Sería redundante hablar de geometrías<br />
cuando nuestras sombras<br />
decapitan el tiempo<br />
ante los rostros que nos vamos imponiendo<br />
al ritmo de nuestros tambores<br />
enardecidos por la simetría de sus deseos.<br />
Ahora,<br />
llevo tu cuerpo atravesado,<br />
marejada que va abriendo surcos y huye<br />
para retornar sin vacilaciones ni reparos.<br />
Acaso sea maravilloso<br />
suponer que cada vez que te toco,<br />
vas colmando los agujeros de la piel<br />
y vas perfumando con tu desesperada oscilación<br />
la desdichada quietud de no tenerte.<br />
<br />
<br />
UN POEMA COMO NUNCA OTRO<br />
<br />
(A Lorena)<br />
<br />
El jugueteo de tus huesos<br />
que luchan a muerte por desplomar la semilla<br />
y su escozor,<br />
allá en lo alto del pecho<br />
que se revoca como un discurso tácito<br />
que va devorándote entera,<br />
en tu sublime religión<br />
que consiste en despeñar las paredes<br />
de las inútiles prisiones<br />
donde el amor se agota y se entrega<br />
a golpes e incendios entrecortados.<br />
Porque somos hordas siniestras<br />
que explotan en el intento<br />
por nombrarse<br />
es que punzo tus senos<br />
con la tempestad de insectos<br />
que nacen y se pudren en lo más recóndito<br />
de mis ansias.<br />
Desnudez infame que nos derrota<br />
apenas con el roce de los poros erectos<br />
y las crueldades más elementales.<br />
Hay un grito, un sonido que se ahoga<br />
en la promesa de ser una vocación.<br />
Pero lo que nacemos y matamos<br />
cuando somos la desnudez reflejada<br />
en el deseo animal de nuestras manos,<br />
es sordo,<br />
no tiene nombre.<br />
Es por ello que únicamente los dos,<br />
somos los conjurados.<br />
<br />
<br />
<br />
BAILARINA<br />
<br />
(A Lorena, transgresora del tiempo cuando baila)<br />
<br />
<br />
En las aristas silenciosas<br />
donde el tiempo<br />
se desliza en imposibles,<br />
la bailarina sonríe<br />
cerrando los ojos<br />
y es su cuerpo<br />
un pentagrama de simetrías<br />
que surgen de sí mismas,<br />
evocadas.<br />
La contemplo desde mi triste<br />
condición de sordo<br />
que a veces no puede comprender<br />
la magnitud de sus movimientos,<br />
armonía testaruda<br />
en la que el silencio se detiene,<br />
entrecortado.<br />
Ella extiende sus brazos<br />
como ofreciendo el fuego de sus pechos,<br />
algo en mí se exaspera,<br />
presto al incendio y la ceniza,<br />
y recorre con la ceguedad del aceite,<br />
las superficies barrocas<br />
de sus formas.<br />
De repente,<br />
la bailarina<br />
se deja acariciar<br />
por la furia equidistante<br />
de pulsiones extraviadas que salen de mis manos,<br />
está allí para ser la historia y la música,<br />
la poesía y la memoria,<br />
la saga y el canto,<br />
el espiral averiado de este instante<br />
que se consume en sus gestos,<br />
en la disipación apenas mágica<br />
de sus oscilaciones.<br />
La bailarina entonces ya no es humana.<br />
Se lastima con sus pasos encantados,<br />
con su cintura colmada de geometrías leves.<br />
Testigo cruel de su oficio,<br />
endulzo su piel con mi golpeteo leve,<br />
con esta hambre de percusionista<br />
que la sueña despierta.<br />
Exhalo el aire de la bailarina,<br />
estoy vivo en su derroche de luz,<br />
en su ritmo agujereado,<br />
algo en su tranquilidad imposible,<br />
roba gritos a las aristas<br />
y una sensación de olvido del tiempo<br />
me detiene en la breve inmortalidad<br />
de sus formas.<br />
<br />
<br />
LIBERTAD<br />
<br />
(A Lorena, Amada)<br />
<br />
Voy trazando con calma<br />
las espaciadas comisuras de tu cuerpo.<br />
La memoria es traviesa y ebria…<br />
en mi juego de puntadas y zurcidos<br />
te voy atribuyendo alguna línea o color<br />
que no tenías antes de jugar a dibujarte.<br />
No quedará otro camino<br />
que buscar tu presencia<br />
retorno eterno,<br />
espiral que aparece de cuando en cuando<br />
tras la puerta,<br />
en el espejo,<br />
en la terrible embriaguez de la niebla.<br />
Invocarte en el papel o en el aire<br />
para jugar a perderte,<br />
lanzarte al vacío de mis manos,<br />
donde la brusca ansiedad<br />
va otorgándote formas invisibles,<br />
va nombrándote<br />
con la pluralidad de los sonidos<br />
que no hace falta pronunciar,<br />
no si te busco en cada torpeza<br />
que invento y destruyo,<br />
en esta condición de rueda<br />
que se niega y afirma<br />
cada vez que roza las huellas<br />
de tu cuerpo eclipsado,<br />
crepúsculo pendular de tus danzas.<br />
La memoria es traviesa y ebria…<br />
te busco en la agitada ansiedad de mis días,<br />
en los cotidianos nudos de los brazos.<br />
Cuando vuelva a encontrarte<br />
derrocharé tu piel en el juego ciego<br />
de conjugarla con las espaciadas comisuras<br />
del cuerpo que en soledad<br />
mi mano ha atribuido<br />
a tu espera.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Edwin Rosas Gaitán (Bogotá, 1987</b>), Licenciado en Lenguas Modernas de la Universidad De La Salle, ha participado en tres recitales poéticos de la misma Universidad, igualmente, fue invitado a participar en la XVIII versión del festival poético de Tenjo; pertenece a la Comunidad de los Poetas del Megáfono (Colombia). Participó de los talleres de poesía RENATA (Red Nacional de Talleres Literarios) dirigidos por Rodolfo Ramírez Soto. Fue finalista en el I Concurso Internacional de Poesía Ateniense 2010 (Argentina). </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Poemas inéditos</div>
<br />
DESFRAGMENTAR<br />
<br />
La noche<br />
es el mar de las estrellas,<br />
como mi manos <br />
son el mundo donde habita tu olor.<br />
<br />
No busques en mí recuerdos tuyos.<br />
Soy brisa que no refresca,<br />
verso que no es agua.<br />
Soy oleaje sin playa,<br />
atardecer bajo la luna.<br />
<br />
Mi boca aún tiene tu sabor,<br />
un recuerdo taciturno,<br />
dormido,<br />
como roca bajo el mar.<br />
<br />
No busques en los poemas,<br />
busca en los ríos,<br />
todos ellos mueren<br />
en el mismo lugar.<br />
<br />
<br />
<br />
EL COLOR DEL AIRE<br />
<br />
En el silencio de las notas,<br />
y las moscas que susurran.<br />
Mientras la noche cae,<br />
las mariposas van a descansar,<br />
el color del aire<br />
es como un cuadro<br />
de Jacanamijoy,<br />
en el cual las auroras y<br />
las nieblas son el reflejo<br />
por donde marcha<br />
la luna.<br />
Así mi cuerpo resiste y<br />
el día por mi espera. <br />
<br />
<br />
<br />
DUELO<br />
“Cese, señora, el duelo en vuestro canto”<br />
José martí<br />
Entierro las cenizas,<br />
el humo, la llama, <br />
el viento<br />
y la pipa.<br />
<br />
El duelo sin lágrimas.<br />
El silencio…<br />
<br />
El silencio,<br />
el silencio es el llanto<br />
de los que no lloran.<br />
<br />
<br />
TRANSITAR <br />
<br />
Con el dedo puesto sobre la llaga,<br />
donde el dolor sopesa <br />
como carne viva, carne muerta. <br />
La piel desnuda, <br />
el vino, la hierba, la poesía. <br />
No sirve de nada escribir <br />
no sirve de nada no hacerlo, <br />
las letras inmóviles en la hoja, <br />
tu cuerpo desnudo mi lienzo, <br />
pinto los versos sobre tu boca <br />
y en la hoja te escribo el beso. <br />
Las ventanas abiertas, <br />
el vuelo de las aves <br />
revoloteando en el estomago, <br />
la carne <br />
fétida.<br />
La muerte en vida, <br />
la vida muerta. <br />
La piel desnuda, <br />
la piel abierta.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Carolina Dávila (Bogotá, 1982)</b>. Abogada de la Universidad Externado de Colombia. Hizo parte del Consejo Editorial de la Revista Cultural SOMOS – Libertad Bajo Palabra, de la misma universidad. Ha sido incluida en antologías poéticas en Colombia y Venezuela, sus reseñas y poemas han sido publicados en revistas de Colombia y Chile. Fue corresponsal en algunos países de América Latina del proyecto de difusión literaria Los Impresentables. Con su libro inédito Como las Catedrales ganó el Premio Nacional de Literatura – Poesía 2010, del Ministerio de Cultura. Participa en el Taller de Poesía de Bogotá Los Impresentables que hace parte de Renata.</div>
<br />
Poemas del libro <em>Como las Catedrales</em><br />
<br />
<br />
LUNA NUEVA<br />
<br />
A esa hora<br />
la línea nítida que demarca el horizonte<br />
abarca la noche entera<br />
<br />
ella recoge las piernas y las enlaza<br />
se deja mecer por el viento <br />
mira los árboles, serenos<br />
extranjeros en la comarca de las despedidas<br />
<br />
Ella, condenada al movimiento<br />
Ellos, condenados a lo quieto<br />
<br />
Sus sombras se pierden<br />
<br />
En la noche, entre lo quieto y nosotros<br />
la oscuridad es la distancia<br />
<br />
mantiene abiertos los ojos<br />
<br />
no hace falta partir<br />
para sentirse lejos<br />
<br />
<br />
<br />
*<br />
Frente a la flor casi marchita<br />
la niña suplicó a su madre: <br />
<br />
“No la cortes, déjala morir entre la tierra,<br />
pues lo que yo he cuidado<br />
no son sus pétalos, sino sus raíces negras”<br />
<br />
<br />
<br />
CEREMONIA<br />
<br />
Las copas de los árboles<br />
se mecen<br />
<br />
El lenguaje del viento<br />
nos bautiza<br />
<br />
Ahora los pájaros<br />
conocen nuestros nombres<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
CON LA LLUVIA NO PENETRAN OTRAS AGUAS<br />
<br />
Yo amaría a esa mujer que deambula<br />
por un desierto de noches heladas<br />
mientras le llegan los rumores de algún puerto<br />
pero no rompen ellos su silencio<br />
ni suavizan los surcos<br />
que el dolor trazó en su cara<br />
<br />
La amaría porque no se doblega<br />
porque con la lluvia no penetran otras aguas<br />
<br />
porque su cuerpo se abre ahí<br />
donde a la primavera no le alcanza<br />
<br />
<br />
<br />
AQUÍ Y ALLÁ<br />
<br />
Bien sé que el sol<br />
es un astro omnipresente<br />
<br />
pero estoy segura:<br />
<br />
El día que espió en el puerto<br />
la ruta que esa mano trazaba en mi espalda<br />
los mantos de sal que visten el desierto<br />
durmieron esperando que su brillo<br />
los transformara en plata<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Fátima Vélez (Manizales, 1985)</b>. Realizó estudios de literatura y filosofía en la Universidad de los Andes, Bogotá. Actualmente, se encuentra cursando la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia.</div>
<br />
Poemas del libro inédito Orillas<br />
<br />
Promesa del día muerto<br />
<br />
El día congela mis párpados ante la espera<br />
y la mañana no nos besa las manos<br />
ni traza con firmeza sus líneas<br />
y una luz no se instala en nosotros<br />
con voz propia<br />
mostrándonos el camino<br />
y un grito no traspasa el instante del abandono<br />
de todo lo que habita y nació muerto entre nosotros<br />
<br />
Pues donde había corazón<br />
sólo hay una piel que se resiste a tomar forma<br />
y la complicidad del silencio que extiende sus dominios con raíces oscuras<br />
y nosotros<br />
contemplando la lluvia<br />
cuando ciegamente creíamos en el cielo azul de esta mañana. <br />
<br />
<br />
<br />
Ceguera del presente<br />
<br />
<br />
I<br />
Unos ojos cerrados por el dolor<br />
lo han estado mirando<br />
Duerme como no duermen los hombres<br />
en su sueño<br />
la respiración es un río suelto<br />
lejos del cuerpo<br />
<br />
en su cuerpo<br />
es la quietud del que ha caído<br />
recuperándose desde la sombra<br />
<br />
<br />
II<br />
La piel debe callar ahora<br />
como si fuera nunca<br />
la mirada se desliza<br />
agua estancada<br />
interrumpida por el vuelo de un pájaro<br />
<br />
III<br />
Mira ahora<br />
hay encuentros indicándonos la fortaleza de lo invisible<br />
de mis ojos que se atascan<br />
de mis ganas de no levantarme<br />
de no sentir el calor<br />
ni el frío ciudad<br />
ni el frío alma<br />
<br />
<br />
<br />
IV<br />
<br />
Este aquí<br />
donde se detiene el movimiento de la tierra<br />
antes fue cuerpo de lo que huía hacia nosotros<br />
los de pequeñas manos<br />
los que apenas conteníamos en nuestros labios<br />
las primeras sílabas de la contemplación<br />
<br />
<br />
<br />
Diario del refugio<br />
<br />
Estas señales son angostas<br />
se agitan con el más leve roce<br />
y la sensación sale flotando como un reflejo en el agua<br />
rodeando el espacio entre el llanto y la contención<br />
<br />
Los pies sobre la tierra hacen saltar visiones<br />
Si este fue el camino que escogí<br />
no poseo otro rostro<br />
<br />
Los encuentros carecen del movimiento de lo inesperado<br />
y la emoción desprende al paisaje para hacerlo volumen<br />
belleza de lo que está en el borde<br />
a punto de ser mirada<br />
<br />
De manera sombría<br />
somos la piedra que provoca el derrumbe<br />
<br />
Al otro lado<br />
un río separándonos de las vidas que escogieron no nacer.<br />
<br />
Adentro<br />
la realidad agotando toda prueba<br />
se ablanda y se endurece hasta la estría<br />
que borda las coordenadas del espectáculo<br />
de cualquier espectáculo digno de ser presenciado:<br />
<br />
La lluvia y quien la escucha<br />
<br />
entre el día cayendo y la tristeza<br />
entre los telones de tinieblas y el susurro interior<br />
nosotros el umbral<br />
<br />
<br />
<br />
Derrumbes<br />
<br />
II<br />
<br />
Te despierta una palabra en la mirada<br />
en el lugar justo donde se presagian los estallidos<br />
y no puedes hablar<br />
<br />
Soñaste con la piedra<br />
que tiene la forma exacta de la muerte<br />
puede no ser la tuya<br />
no la ves cerca<br />
<br />
Finges quietud<br />
serenidad<br />
pero el temblor está dicho:<br />
un aliento que traspasa<br />
la profundidad del cuerpo<br />
y no va más allá de cualquier otro lado<br />
<br />
Sin desbordar tus límites<br />
los umbrales han perdido la conciencia de ti<br />
<br />
La turbulencia no está en tus movimientos<br />
sólo en tu espera<br />
no pasa nada<br />
Eres tú<br />
círculo trazado por el agua<br />
en que tratas de ahogar<br />
su cuerpo en la distancia<br />
de quemar el reflejo de inmortalidad<br />
hasta la extinción de su especie dentro de ti<br />
<br />
Con un parpadeo<br />
invocas la fuerza real y divina<br />
el olvido que logre transparentarte<br />
como algo más sólido que el disparo<br />
Pero no son cielos de ti los que se abren<br />
ni siquiera la nada<br />
ni siquiera la encarnación de la nada<br />
Sólo es tu boca<br />
lengua sed<br />
sin desiertos sin mística<br />
intuyendo el crujido de su falso regreso<br />
Estás ahí<br />
sábanas rodeadas por ventanas<br />
más allá la puerta más allá la calle<br />
su puerta su calle<br />
inevitables indestructibles<br />
por más enmudecimiento en los sentidos<br />
por más oscuridad de los ojos cerrados.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>John Jairo Rodríguez Saavedra (Sandoná Nariño, 1974)</b>. Zapatos número 39 y ½, y pocas hazañas memorables. Actualmente vive en Bogotá, ciudad rota que ayuda a romper de cuando en vez al sumarse a las odiosas puestas en escena nocturnas capitalinas. Estudiante de Periodismo y jugador frustrado de canicas y de fútbol. Ahora mismo trabaja en un libro de poemas en prosa y en una novela. Ha publicado la plaqueta Ruptura de ligamentos, Los Poetas del 5 Editora, Santiago de Chile, 2011.</div>
<br />
Poemas publicados en el Blog Los Poetas del 5<br />
<br />
<br />
BESTIARIOS DE PIEL<br />
[FOTOGRAFÍAS LINGUÍSTICAS SOBRE DESNUDOS DE FABIANA]<br />
<br />
<br />
1. <br />
Norte a sur, y un poco al occidente, en una vertical hacia la nada, Fabiana se extiende como una rosa muerta apuntando su herida a mi vista que la contempla mundo callándose las lágrimas.<br />
<br />
2. <br />
Sobre un rincón de opacos, Fabiana impone su belleza, su delicia. Delicia para los ojos que son bocas vivientes, saboreándola/ mis ojos míos, bucales, tercamente gustativos.<br />
<br />
3. <br />
Atada a unos barrotes de cama depresiva, Fabiana riega su armonía dejando que las sábanas impongan un oleaje estruendoso en el diminuto y crudo mar en el que ríe-navega.<br />
<br />
4. <br />
Sin más dolor que serse sola, Fabiana se aferra vieja a un niño cigarro apenas suicidado. Nalgas y senos en un solo compás, rítmicos, danzando, traspasan el límite, las puertas, y se acercan a mí, posándoseme briosos y trémulos sobre las escaleras-manos lluviosas.<br />
<br />
<br />
5. <br />
Con los brazos más alas que nunca, Fabiana resucita, se eleva a fiesta. De pie se queda suspendida en un vacío pleno de música, en un infierno en el que ser ángel sería la negativa.<br />
<br />
6.<br />
La mano abierta de Fabiana es un abanico que no produce aire, sino hambres. Mirarla así, con la columna vertebral a punto de volverse puente entre llanto y pesadilla, es atreverse al naufragio y no importarse muerto con los días en contra.<br />
<br />
7.<br />
Tres rostros marginales, elegantes, tiene Fabiana, en este rumbo corto que es nombrarla, repetirla en suspiros briosos, dolor musical de vísceras cantando, para no callar y dejar que se esfume y ahonde bella y frágil, con su quietud su movimiento.<br />
<br />
8.<br />
Espalda y lunares, avenida limpia y húmeda, la Fabiana de 10:40 p.m. Una comarca en donde suceder es fácil, engullendo momentos, bebiéndoselo todo.<br />
<br />
<br />
9.<br />
Casta de luna en pleno día, rasgos de paloma violenta volando. Ya no es descriptible tanta belleza contenida, ya no se puede ser ojos solamente. Ahí, quietecita, Fabiana no sabe lo luna que es para este cielo anciano, ni lo hueco grande de su lejos poco.<br />
<br />
10.<br />
Fabiana se extiende completa sobre la cama, se crucifica. Pero a mí me gusta también crucificarme viéndola, mirándola hacerse nieve entre el blanco del fondo monográfico, entre lloviznas imaginarias que huelen, en el ser nariz de todo mi cuerpo poco. <br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Darién Giraldo Hernández (Santiago de Chile, 1972)</b>. Residente en Colombia. Escritor, sociólogo y docente. Director de la revista Magazín Páginas de Nuestramérica. Los poemas hacen parte del libro inédito Poemas sin Amor o Versos a la Piel.</div>
<br />
<br />
Peregrina<br />
<br />
Ya no es apremiante verte<br />
me traje tu aliento,<br />
respiro con él.<br />
Ya no es necesario verte<br />
te ofrecí mis palabras, <br />
nombré tu piel y<br />
te amé hermosa y breve <br />
con suma prontitud<br />
sin dilación innecesaria<br />
con la brevedad del amor<br />
y la eternidad del deseo.<br />
<br />
<br />
<br />
Todo lo sólido se desvanece en el aire<br />
<br />
No te amo<br />
solo es deseo, pretensión…apetito.<br />
No te amo<br />
sólo es gusto, avidez, derecho.<br />
Escucho decir:<br />
el amor no es efímero como el viento<br />
<br />
yo digo que es fugaz y que no existe otro.<br />
<br />
Sabes que no me basta besar tu vientre por fuera.<br />
Y por eso<br />
cuando ya no sea tu humedad el presagio de tu aliento<br />
que me anuncia grutas más profundas que tu cuerpo mismo.<br />
Cuando eso pase<br />
cuando el amor se interponga<br />
y llegue apoderarse del encanto lo sólido,<br />
entonces<br />
me desvaneceré en el aire. <br />
<br />
<br />
<br />
Estremecimiento <br />
<br />
Ella se deshace como una ola<br />
es ficción<br />
se asoma <br />
emerge del océano<br />
brota de corrientes de aire cálidas<br />
nocturnas<br />
y en su garganta <br />
corales extintos habitan.<br />
Ella se estremece en silencio<br />
es marea que se repite<br />
incesante,<br />
eco de mar<br />
que aguarda en un caracol<br />
<br />
<br />
Taxonomía<br />
<br />
A Laura G.M.<br />
<br />
Ella es la noche,<br />
y la noche, es sin ella.<br />
<br />
Ella es la noche,<br />
y la noche sin ella<br />
es solo oscuridad.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>ECUADOR</b></div>
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Aleyda Quevedo Rojas (Quito, 1972)</b>. Poeta y periodista. Licenciada en comunicación social. Es reportera, editora y consultora de comunicación para el desarrollo, en diversos diarios y revistas del Ecuador y el extranjero, así como en agencias de cooperación internacional y organismos del Estado. Ha publicado los libros de poesía: Cambio en los climas del corazón, 1989 Casa de la Cultura; La actitud del fuego, 1994 Ediciones de Los Lunes Lima-Perú; Algunas rosas verdes, 1996 Ediciones del Sistema Nacional de Bibliotecas-Ecuador; Espacio vacío, 2001 Ediciones de la Línea Imaginaria, Casa de la Cultura Ecuatoriana; y en 2007, Ediciones El Perro y la Rana-Colección Poesía del Mundo-Venezuela; Música Oscura, Breve Antología Almería-España 2004, Colección Cuadernos de Caridemo; Soy mi cuerpo, Libresa-Ediciones de la Línea Imaginaria, 2006. Mantiene dos libros inéditos de poesía. En 1996 con su libro “Algunas rosas verdes” recibió el Premio Nacional de Poesía “Jorge Carrera Andrade”. Ha representado al Ecuador en los más importantes Encuentros Internacionales de Escritores en Colombia (Bogotá, Manizales, Montería, Medellín y Cali), Perú (Lima), Chile (Santiago e Isla Negra), Argentina (Buenos Aires y Rosario), España (Madrid y Granada), México (D.F. y Morelia), Brasil (Cuiabá-Mato Grosso y Sao Paulo) y Venezuela (Caracas, Delta Amacuro, Puerto Ordaz).</div>
<br />
<br />
de <i>La actitud del fuego </i><br />
<br />
Estallido de los cuerpos<br />
<br />
Lentamente<br />
alumbro tu necesaria parte erecta<br />
me entrenzo<br />
en tus brazos de sol<br />
te sumerges en mis pestañas<br />
y abriendo las fauces<br />
nos perdemos en un estallido.<br />
<br />
<br />
Hai-kai de los pájaros <br />
<br />
Cuidaré tus pájaros<br />
pero me niego<br />
a hacer el amor en la jaula.<br />
<br />
<br />
de<i> Espacio Vacío</i><br />
<br />
El amor y las piedras <br />
<br />
El amor en ocasiones se vuelve insustituiblemente frágil tanto que puede diluirse y perderse entre el oxígeno<br />
Esta necesaria levedad es anillo solar que se pega en la lengua inventando una ecuación de energía líquida<br />
Golpe de aire que se repite pocas veces y siempre tiene el rostro lleno de hielo<br />
El amor fluye como la estructura de un bosque de cristal su corte perfecto atraviesa montañas<br />
Pero las piedras siempre las piedras permanecen en el lugar del amor<br />
Logran convertirse en la exactitud que apenas la velocidad las supera.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
F<b>ranklin Ordóñez Luna (Loja, 1973)</b>. Es licenciado en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas y en Lengua y Literatura, con especialidad en Filología Española por la Universidad Complutense de Madrid. Fue Coordinador del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay. Es autor de <i>Mapa de sal</i> (2001), <i>A la sombra del corsario</i> (2004), <i>A cambio de monedas o palabras </i>(2007) y <i>Del Neo José y otras historias</i> (2008). Textos suyos han aparecido en publicaciones como Ánfora Nova y Casa de la poesía. Actualmente se desempeña como catedrático y periodista. Reside en Cuenca. </div>
<br />
de <i>A la sombra del corsario</i><br />
<br />
A la sombra del corsario <br />
<br />
“El único destino es seguir navegando <br />
en paz y en calma hacia el siguiente naufragio”.<br />
José Emilio Pacheco, Titánic<br />
<br />
Se retuerce la noche, animal en celo. Perfora la piel, los huesos donde escribo la historia. Sube el mar: espejo y pájaro de agua; siembro tulipanes en el vientre de gaviotas. Recorremos Goya, de las bocas del metro emergen relámpagos, delfines, toros que navegan sobre espadas. Pero abres las alas, desapareces. Enloquecido me lanzo a la ciudad, te busco. Azoto mi cabeza contra el muro. La marea me arroja al país de barro y espejismos, de gangrena y minerales. Torpes las montañas me consuelan con historias de amores quemados. Te retengo en pedazos de papel, en mi piel donde dibujaste ciudades muertas. Te retengo en historias de hormigas, en la balanza, la sal que bebí de tu espalda. Lanzo mis alaridos a la cordillera, al nudo lleno de paja y fantasmas. Qué lejano el invierno, sus noches, nuestro lecho de metal y marihuana. Qué cercana tu voz, tus palabras con piedras de sol… Tus manos que atraparon las mariposas de mi garganta.<br />
<br />
<br />
Keanu Reeves <br />
<br />
Sabes a mares del sur<br />
ceniza de marihuana.<br />
Llego a tus nalgas.<br />
Qué importan los versos,<br />
la música, Manhattan.<br />
Qué importan las torres desplomadas,<br />
el sur comiendo cieno,<br />
el vacío de los desterrados.<br />
Qué importa el mundo<br />
soy pez de tu mar en llamas.<br />
<br />
<br />
de <i>A cambio de monedas o palabras </i><br />
<br />
Manuel <br />
<br />
Vale la pena haber nacido / sólo por oír pasar el viento, dice Pessoa;<br />
yo prefiero las cadenas de tus labios, tus manos como garras,<br />
tu esperma por mi sangre.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Beatriz Viteri Garcés (Guayaquil, 1974).</b> Licenciada en Comunicación social, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Editora de la revista interprovincial La ruta. Ha organizado varios talleres, eventos de cultura, comunicación y educación. Es parte del Taller literario El Quirófano. Está por publicar su primer poemario El triste país de los disfraces. </div>
<br />
Poemas inéditos<br />
<br />
Cadenas y más cadenas <br />
<br />
Quiero que me sostengas con el aire que sale de tu boca, como si fuera un títere de esos que encontré junto a las pipas rotas que desgastamos de tanto fuego y saliva. Quiero la habitación llena de tu vapor bajo la luz de los faros que custodian el asfalto. Quiero sentir un golpe anárquico entre mis pechos hasta socavarme. Quiero tu voz imitando campanadas en el cielo. Cadenas y más cadenas. Cuando por fin lo tenga todo, las arrastraré por siglos. <br />
<br />
<br />
Fetiches entre las piernas <br />
<br />
Todas las noches busco tu mirada de gato bajo las almohadas, y dentro del armario revuelvo mis interiores para encontrar algún bigote de color impreciso con aroma a durazno vaginal. Esculturas fisgonean en fila desde la repisa esta cacería acéfala. Escudriño mis cosas una y otra vez hasta rebotar sobre mi sombra. Descanso de este caos que te esconde. Todo está patas arriba y yo boca abajo con mis fetiches entre las piernas.<br />
<br />
<br />
Un demonio más en mí <br />
<br />
Caes sin noche y sin mañana. Te paras a mirar mi boca seca. Enluto tus manos. Acaricio tus ojos y los niego. Toco tus piernas y las pego con cinta. Disfruto del ritual. Vuelvo para marcar mi territorio con fluidos nuevos. En este infierno, sin ese mito, vivo con un dios menos y sobre mí un demonio más. <br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Siomara España (Manabí, 1976)</b> Licenciada en Literatura y Español de la Universidad de Guayaquil. Ha participado y ha organizado varios eventos culturales en el Ecuador y el extranjero. Actualmente se encuentra preparando su tercer poemario. Ha publicado los poemarios: <i>Concupiscencia</i> (2007) y <i>Alivio Demente</i> (2008). Primer Premio de Poesía Universitaria, Universidad de Guayaquil, 2008 y Finalista en el concurso de cuentos Jorge Luis Borges, Argentina, 2008. Su poesía consta en varias antologías locales y extranjeras.</div>
<br />
Poemas inéditos<br />
<br />
El regreso de Lolita <br />
<br />
Yo soy Lolita <br />
así los Lobos esteparios<br />
me desenreden las trenzas con sus dientes<br />
y me lancen caramelos de cianuro y goma. <br />
Intuí mi nombre aquel día del puerto<br />
con los náufragos<br />
¿recuerdas?<br />
Y aquel combate <br />
con Vladimir, el imperecedero. <br />
Sé que soy Lolita<br />
lo supe cuando me entregó <br />
sus manos laceradas de escribirme. <br />
Por eso cuando apareciste<br />
libidinoso y suplicante <br />
a contarme tus temores<br />
te deje tocarme<br />
morder mis brazos y rodillas<br />
te deje mutilar entre mis piernas<br />
los ardides de Charlotte.<br />
Sabía que tu vieja espada <br />
cortaría una a una mis venas<br />
mis pupilas<br />
y me burlé cien veces<br />
de tu estupidez de niño viejo <br />
llorando entre mi vientre.<br />
y cuando todos los náufragos del mundo <br />
volvieron a mi puerto<br />
a entregarme dadivas<br />
que yo pagaba con carne <br />
tú saltaste tras mi sombra <br />
mientras yo, huía y bailaba.<br />
Por eso sé que soy Lolita, <br />
la nínfula de moteles y anagramas <br />
que vuelve con la maleta al hombro <br />
a retomar tras años el pasado. <br />
<br />
<br />
Duelo <br />
<br />
Estoy haciendo todos los duelos <br />
a esta muerte: <br />
corto mis uñas,<br />
mi cabello,<br />
lo visto de negro,<br />
así como a mi cuerpo. <br />
Cuelgo una manta en tu retrato <br />
y voy dibujando espacios <br />
ensangrentado besos, <br />
disfrazando fantasmas, <br />
Esquinas inconscientes <br />
de laberintos y bares <br />
mientras manos anacoretas <br />
emparedan los rincones. <br />
Con ojos vendados,<br />
diagramados, <br />
oxidados, <br />
lapidados de salitre,<br />
emprendo los duelos pertinentes.<br />
Hasta que liquide<br />
la hecatombe de la almohada,<br />
de la espalda, del derecho y del revés. <br />
Porque cuando me recupere de los golpes: <br />
contra puertas, ventanas y escaleras, <br />
entregaré a Abrahán, a Isaac<br />
y a todos los profetas <br />
los sacos de cenizas,<br />
donde guardé el duelo de esta muerte.<br />
<br />
<br />
<br />
*<br />
<br />
Me despido de tu cuerpo<br />
de tus ojos, de tus manos<br />
de la cama vieja y de su estruendo<br />
me despido de las fiebres<br />
de los ecos de mis huesos en tus manos<br />
de tus dientes mordedores<br />
me despido porque es temprano<br />
me despido porque aun escucho tus gemidos.<br />
A chorros me sangran tus heridas <br />
aun escarbo la nostalgia de tu cuerpo<br />
porque si no me marcho<br />
podríamos ser felices. <br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Xavier Hidalgo Cedeño (Guayaquil, 1977)</b>. Licenciado en Literatura y Español de la Universidad de Guayaquil. Su poesía se ha publicado en varias antologías y revistas. Es parte del Taller literario El Quirófano. Está por publicar su primer libro.</div>
<br />
Poemas inéditos<br />
<br />
Costillas devoradas <br />
<br />
I <br />
<br />
Con las fuerzas de tus caderas<br />
exploras mi universo anal <br />
<br />
Observas orgulloso mi constricción<br />
mi cuerpo brilla incandescente<br />
y de mi aliento salen mil aves de cristal <br />
<br />
<br />
II <br />
<br />
Soy aquel que disfruta del olor del semen<br />
que lo saborea y lo traga hasta la última gota<br />
vampiro no de sangre sino de vida<br />
Voy entre bambúes de olores<br />
siento la dureza de un linaje <br />
de guerreros que vencen al tiempo<br />
Danzan en mis venas las frustraciones<br />
y ascos de mis madres pasadas<br />
Me señalan <br />
sus sinfonías de maldiciones <br />
<br />
<br />
III <br />
Los deseos armaron sus maletas<br />
la negra humedad<br />
se traga las paredes del baño<br />
a veces temo que muerda mis pies <br />
El aroma del perfume<br />
cabalga irónico en el ambiente<br />
mientras las costillas son devoradas<br />
Los alfileres están en reposo<br />
a veces lloran como niños <br />
y yo finjo no escuchar<br />
La reina de corazones<br />
ya no me mira más<br />
que se caiga por fin la casa de naipes<br />
y con ella todos mis recuerdos<br />
<br />
Fantasmas de caballos aun recorren mis entrañas<br />
recuerdo el olor su muerte su sangre blanca<br />
<br />
Me hago de piedra frente al espejo<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>Alexis Cuzme (Manta, 1980).</b> Licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista cultural y cronista de cine. Editor de la revista rockera Marfuz. Ha publicado los poemarios: <i>Desconsuelo</i> (2001), <i>Complot</i> <i>ante el silencio</i> (2003), <i>Club de los premuertos </i>(2006) y <i>Bloody city</i> (2009). En el campo rockero ha publicado el cuadernillo Legión: <i>década pagana</i> (2006). Actualmente se desenvuelve como asistente de edición en la Editorial Mar Abierto de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. </div>
<br />
de<i> Club de los premuertos</i><br />
<br />
Podemos mentirle al placer <br />
<br />
Sigilosamente<br />
la tarde arrebata desencantos. <br />
<br />
Creer en tu sexo,<br />
en su frescura,<br />
sonoridad,<br />
es común y agotador. <br />
<br />
Zozobra el artificio,<br />
pero podemos mentirle al placer. <br />
<br />
Amor, <br />
tus glúteos encierran otra forma de vitalidad. <br />
<br />
<br />
<br />
Club de los premuertos <br />
<br />
Frente al club de los premuertos<br />
avanzo, <br />
mi último pasillo,<br />
contemplo las luces<br />
como Al Pacino y Sean Penn.<br />
<br />
Me desconecto:<br />
yo no seré tú<br />
y tú no serás yo,<br />
rompo el nexo de la carne.<br />
<br />
Pequeña, llorarás.<br />
Todo principio suele ser así,<br />
revivirás las fotografías,<br />
absorberás el escaso aroma de mis camisetas,<br />
releerás las cartas en que mentí para acercarte,<br />
contemplarás hasta agotar<br />
las colillas vetustas bajo la cama,<br />
mis medias y botines jubilados,<br />
los últimos preservativos consumidos,<br />
mis discos gastados de ritmo<br />
y palabras descompuestas en dolor,<br />
el retrete donde paré el tiempo y la mierda<br />
para crear quimeras sin olor ni forma.<br />
<br />
Pequeña, llorarás,<br />
sobre la cama en que degustamos nuestros sexos<br />
y degollamos la idea de familia<br />
(sobre todo yo, <br />
responsable no era un complemento que encajara en mí)<br />
<br />
Mientras avanzo:<br />
pasillo sin regreso,<br />
pálido tumulto giratorio.<br />
<br />
Restaré 21 gramos, quizás más,<br />
para apoyar tu creencia almamito.<br />
Tú y tu dios travestirán mi idea tras la ida.<br />
<br />
Pequeña, llorarás,<br />
pero cierra la puerta<br />
no me resfriaré con tus lágrimas.<br />
<br />
<br />
Sobre páginas imaginarias <br />
<br />
Te escribo desde el árido rincón de la tarde<br />
sobre páginas imaginarias<br />
frente a una taza de café rodeada por insectos<br />
un track inagotable volviendo en cada clic <br />
una imagen adjunta que no paro de admirar<br />
y la idea común que clama destrucción.<br />
Te escribo y me arrepiento: <br />
tus zapatos enlodados <br />
marcan nuevos signos <br />
la continuación de lo insólito tras de mí.<br />
Suprimo el párrafo<br />
la errada selección inliteraria que asoma sin vergüenza.<br />
Olvida que dije ser poeta<br />
es un título grande aún para mi estatura.<br />
Mientras todo sigue igual:<br />
la tarde árida <br />
insectos flotando en mi café<br />
el track parado en cada nota<br />
y la página imaginaria volviendo a su pureza.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b>María de los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980)</b>. Estudió Comunicación, Literatura e Historia y Geografía. Ha publicado <i>Un lapso de impiedad</i> (1999), <i>Neos</i> (2000) y, colectivamente, <i>Aunque bailemos con la más fea</i> (2002), <i>Nadie nos quita lo bailado</i> (2005), <i>Subcielo</i> (2004) y <i>Trozos de vidrio</i> (2007). Su obra ha aparecido en antologías y publicaciones del Ecuador y el extranjero. </div>
<br />
de <i>Subcielo</i><br />
<br />
Grave <br />
<br />
Ahora no tengo ganas<br />
de levantarte de un disparo<br />
la tapa de los sesos.<br />
y en un cajita floreada<br />
mandarle<br />
partes <br />
de ti,<br />
mal cocinadas,<br />
a la puta de tu madre…<br />
me siento horriblemente<br />
enamorada…<br />
y te veo <br />
y te beso <br />
y te beso <br />
y…la homicida <br />
se me duerme <br />
se me rinde <br />
se me muere …en tus hermosas pestañas <br />
<br />
<br />
Réplica <br />
<br />
¿Cómo diablos ibas a entenderme,<br />
si al leer mis ojos<br />
te saltaste la mitad de los capítulos? <br />
<br />
<br />
Fin <br />
<br />
Es duro descubrir de golpe<br />
que la felicidad no era esto<br />
de dar puñaladas… <br />
(pero casi)Gladys Mendíahttp://www.blogger.com/profile/07295939515987908213noreply@blogger.com0